El ron de los ochentas

Era inevitable que a este ejercicio feliz de la memoria no lo invada una bruma de nostalgia. Nostalgia de tiempos queridos de una juventud ya lejana. Tiempos queridos y felices donde se inició esta pasión hoy tan o más viva que ayer. Pasión tan fuerte, tan sincera y tan deliciosamente perversa a la vez.

Voy a hacer lo posible por escribir, de aficionado a aficionado, de bebedor a bebedor lo que sea mas honesto, tengo la confianza de que sea cual sea el camino que tome este post, el de la nostalgia o el del comentario honesto, ambos se van a entrelazar y juntos llegaremos al más espirituoso de los puertos.

Pertenezco a la generación «X» y en un mercado nada atractivo para los licores premium eran pocas e inalcanzables las opciones de calidad para lo que en esa época llamábamos «calentar» antes de ir a un «tono» y en estos primeros acercamientos, el ron era ayer como hoy la primera opción.

En cuanto a las opciones roneras existían dos marcas que felizmente aún se mantienen en la actualidad y digo felizmente por dos motivos:  el primero porque de no haber sido por ellas, algún cañazo, macerado o guinda, ninguno recomendable, hubieran sido las opciones a elegir; y el segundo porque años después estas dos marcas nos mostrarían sus verdaderas joyas, rones de 14, 18 y 24 quilates.

De regreso a los ochentas, una Coca Cola (tengo que mencionarlo, no hay ni habrá mezcla mas sublime), alguna otra cola, o algún refresco en polvo (ya entrando a los noventas) eran, en ese orden, invariablemente establecido por la cuota o “chancha”, con lo que limábamos la aspereza del ron elegido, unas gotas de limón y un poco de hielo, no siempre disponibles, elevaban este trago a su máxima expresión.

Pero todo esto pasaba a un segundo plano cuando Los Prisioneros definían lo que es ser un rockero y músico latinoamericano en “We are Sudamerican Rockers”; ó cuando Billy Idol concluía que no hay nada puro en este mundo en “White Weeding” y Foreigner nos daba a todos la esperanza de encontrar el amor a pesar del  tiempo y decepciones vividas en “I want to know what love is” y es que en esa época la escasez tocaba nuestro bolsillos pero la abundancia se propagaba en ondas a través de nuestras radios y casseteras, interpretadas en diversos idiomas y géneros musicales animaban también nuestras habituales fiestas, después de todo, disfrute enormemente de aquella época y  lo que queda son los recuerdos de una generación a la que considero mas que privilegiada.

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